lunes, 20 de agosto de 2012

LA INCULTURA POLITICA ¿ES UN DRAMA HUMANO?


La historia nos muestra cómo en ciertas ocasiones, la incultura política nos ha llevado a grandes catástrofes humanas. Sin ir mas lejos en el tiempo, podemos recordar como Hitler llegó al poder a través de elecciones democráticas.

Pero también se producen tragedias a un nivel más personal, más de andar por casa, y producido por desconocimiento político o por confianza en falsas promesas.

El pasado día 9 de Agosto, y cumpliendo con mi labor informativa, me acerqué a algunas dependencias municipales,  donde se estaba desarrollando un encierro de la plantilla municipal, previo a la gran manifestación.

Presencié algunas conversaciones informales entre algunos/as trabajadores/as. En una, dos compañeras se abrazaban llorando ante la situación que se les venía encima. Entonces una de ellas dice:

- “¿Te acuerdas, hace un año? La imagen se repite. Entonces también nos abrazamos y casi lloramos de alegría, festejando el triunfo de María J. García-Pelayo. Creímos que con ella llegaba la solución. Y sin embargo hoy estamos llorando porque esa hija…. nos quiere joder la vida. ¡Qué tontas fuimos!

En el departamento, todos/as celebramos el triunfo del PP, pero lo de D. Luis…. Cuando entonces le recordamos que él siempre fue “de Pacheco”, respondía: “yo soy pachequista de corazón, pero mi mente es del PP. Y esta gente van a arreglar el Ayuntamiento”.  Está claro que ya estaba haciendo méritos para ver si volvía a un cargo de cierta relevancia. Relevancia que no había tenido durante el mandato de Pilar Sánchez. Ahora sigue olvidado, y a duras penas se mantiene a base de ansiolíticos, y lo que es más grave a su mujer la han incluido en el ERE. ¡Está hecho polvo!”.

En ese momento, un compañero, también encerrado, y también incluido en la lista del despido colectivo, pasa junto a ellas y con una mirada acusatoria les dice: “os recuerdo que yo os lo advertí: ¡qué la derecha es muy mala!, ¡que nunca ha hecho nada por los trabajadores!”



En otra de las dependencias donde se desarrollaba el encierro oí: “yo estaba en una playa, en Portugal, cuando me llamaron para decírmelo. ¡No daba crédito! Yo siempre estuve convencida de que esto del ERE no iba conmigo. Veía a mis compañeras con una gran ansiedad por saber a quien le afectaría, y yo me sentía bastante tranquila. Ahora no duermo, y no se que va a ocurrir con mi familia, tengo dos hijos pequeños y mi marido está en paro”.

En la tercera de las dependencias a la que me acerqué, en una conversación con un tono de confesión y autocrítica, dos trabajadores decían: “y si al final el ERE se hace realidad, nos van a indemnizar con veinte días por año de servicio, con una máximo de un año. Y lo mas grave es que parte de la culpa la tengo yo. Cuando los sindicatos convocaron huelga general en protesta por la reforma laboral, yo no hice caso y trabajé, por no perder un día de salario. Y luego protesté porque los piquetes informativos de los sindicatos,  no nos dejaban ejercer nuestro derecho al trabajo. Y sin embargo hoy le rezo a Dios para que le de luz y fuerza a las centrales sindicales para que consigan mantener mi puesto de trabajo.

No se lo que va a ocurrir, pero lo que si tengo claro es que he sido bastante tonto, y de que el equipo de gobierno, no es que esté formado por malos políticos, sino por malas personas a las que no les importa el sufrimiento de sus propios trabajadores”.

De estas conversaciones y de otras que no voy a contar, se pueden sacar dos conclusiones:

Una.- tenemos una gran incultura política. Cuando pensamos que ésta no va con nosotros, o nos dejamos llevar por los medios de comunicación y por el ambiente, sin una actitud crítica, estamos haciendo dejación de nuestra obligación como ciudadanos, y permitiendo que otros hagan la política más favorable para sus intereses, no para los nuestros.

Dos.- nadie escarmienta en cabeza ajena, y cuando aprendemos ya puede ser demasiado tarde.

No obstante, y para terminar, espero que la justicia ejerza de eso, de justa, y el ERE sea anulado.

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