martes, 22 de noviembre de 2011

Rajoy tiene un problema….


Terminados los cuatro años de campaña electoral y con el triunfo aplastante del Partido Popular, comienza un nuevo tiempo social y político. Ha terminado el descanso en el sofá a la espera de que la fruta estuviera madura. Rajoy ha superado con nota el examen, pero sin embargo no ha entregado el ejercicio. Nadie ha escuchado con claridad el programa electoral, lo cual preocupa a los especialistas y entendidos: ¿Cómo es posible obtener tanto respaldo sin comprometerse?.  Toda la campaña la ha basado en hacer culpable de la situación al gobierno del PSOE, pero sin presentar propuestas alternativas claras.

Ciertamente el gobierno saliente es responsable de una mala y tardía gestión de la crisis, pero no se le puede achacar el surgimiento de la misma. Y es aquí donde está el problema. Cuatro años con una actitud machacona ha llegado a convencer a gran parte del electorado de que el problema era Zapatero. Pero esa actitud se le puede volver en contra,  porque por esa regla de tres, las mismas personas creen que con Rajoy vendrá pronto la solución.

A la ciudadanía se la ha tratado como menor de edad, como ignorante. No se le han explicado las medidas que hay que tomar para salir de la coyuntura económica. Lógicamente porque de haberlo hecho no habrían obtenido una victoria tan clara.

Hasta tal punto tenían la conciencia intranquila que finalizando la campaña se escuchó a algún dirigente del Partido Popular comentar: ”la gente cree que tenemos una varita mágica, pero la cosa está muy complicada”. ¿Estaban sintiendo vértigo por la responsabilidad que se les venía encima? María Dolores de Cospedad, número dos del partido, llegó a decir dos días antes de la jornada de reflexión (ya era demasiado tarde) que la ciudadanía se enfadará mucho cuando vean que hacemos lo que hay que  hacer. ¿Se estaba realizando una campaña electoral engañosa?

¿Realmente tenían un programa electoral propio, o es que no les hacía falta? Las directrices vienen marcadas,  por un lado desde los mercados y los bancos,  y las agencias de calificación como jueces implacables dictando sentencia sobre la solvencia de las economías nacionales. Y por otro desde Europa, con Alemania a la cabeza dando consejos-ordenes para defender el euro y el proyecto europeo, siempre que la beneficie. Y para trasladar al electorado la letra pequeña estaban la Conferencia Episcopal para las cuestiones de “moralidad y ética”, y  la Confederación de Empresarios para los recortes de derechos laborales.

Con esa actitud y ante la situación tan complicada para una gran parte de la población que está llegando al límite de lo aguantable, es de esperar que en poco tiempo asistamos a un sentimiento generalizado de desengaño y de frustración.

También tendremos que preguntarnos cual será el comportamiento de los partidos y grupos parlamentarios, especialmente los de izquierdas. ¿Serán capaces de comprometerse y de integrarse en ese movimiento de protesta que se avecina?. Y los sindicato, ¿sabrán estar a la altura de las circunstancias y recuperar la confianza, no solo de los trabajadores/as en activos/as, sino de los/ desempleados/as. Y por último, el 15M ¿tiene futuro como movimiento independiente, con poca estructura pero una gran capacidad de convocatoria a través de las redes sociales?

Realmente,  Rajoy tiene un problema, pero España tiene un gran problema.

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